Hasta el domingo, Juppé estaba lanzado a aceptar el testigo. Incluso había buscado el apoyo del expresidente Nicolas Sarkozy, el jefe de la otra gran familia dentro de la formación conservadora. “Recibí llamadas pidiéndome el relevo. Me han hecho dudar. He reflexionado”.
Fue en la noche del domingo cuando se percató de que no sería capaz de unir al partido. Se dio cuenta tras observar las imágenes de la concentración convocada por Fillon en París con sus adeptos y tras escuchar su discurso y posteriores declaraciones en France 2. El candidato elegido en primarias en otoño se enrocó, se negó a dimitir, una condición indispensable para que Juppé aceptara el reto.
“Nadie puede impedirme ser candidato. Fui designado democráticamente. No es el partido quien va a decidir; no va a ser en los pasillos donde se va a arreglar nada”, reiteró Fillon. Añadió que es su “programa radical” el que apoyaron los votantes de la derecha en la primarias, y no el de Juppé, más templado y centrista. Una candidatura “improvisada”, sostuvo Fillon, llevaría al fracaso. “No he escuchado a Juppé decir que es candidato”, retó a su rival.
La actitud inmovilista y radical de Fillon -su “obstinación”, en palabras del alcalde de Burdeos- se vio avalada por la presencia de unos 40.000 concentrados, que acudieron de toda Francia para manifestar su lealtad a un tambaleante líder que se sintió de nuevo legitimado. Muchos manifestantes aseguraban que, si Juppé fuera el nuevo candidato, ellos no le votarían.
Juppé entendió que, si hacía caso a los suyos, el cisma estaba garantizado. “Una parte del centro nos ha abandonado. El núcleo de los militantes de Los Republicanos se ha radicalizado”, ha argumentado este lunes para señalar que él ya no se considera hoy en condiciones de lograr “la necesaria unidad alrededor de un proyecto federador”. “Es demasiado tarde”.
La crisis se agrava en realidad con esta retirada de Juppé, que no ha hecho el más mínimo gesto de apoyo a Fillon. El alcalde de Burdeos se ha declarado escandalizado por la violenta reacción de este ante los jueces que van a imputarle el día 15 y por cómo la dilapidado el tesoro electoral del que disponía –“tenía un bulevar delante”- tras las primarias con el Elíseo al alcance de la mano. “¡Qué lío!”, ha dicho para referirse a la actual situación en la derecha.
La iniciativa de Juppé deja en el aire otras programadas para este lunes. El expresidente Nicolas Sarkozy, activo y resucitado políticamente con esta crisis, había propuesto una reunión con Fillon y Juppé “para encontrar una vía de salida digna y creíble a una situación que no puede prolongarse”. Para esta tarde, también está prevista una reunión de la cúpula del partido convocada con urgencia “para evaluar la situación”.
La posibilidad de una renuncia de Fillon se aleja, sobre todo cuando solo quedan 11 días para cerrar la presentación de avales y, por tanto, el margen de maniobra de Los Republicanos es prácticamente nulo tras el gesto de Juppé. El empecinado candidato prosigue su camino pese a la avalancha de desafecciones públicas entre colaboradores y dirigentes.
Entre los 300 que le han abandonado, figuran su director de campaña, su tesorero y su portavoz. El paso atrás de Juppé les deja huérfanos, pero no renuncian aún a encontrar una alternativa al obstinado Fillon, convertido ya en el líder del ala más dura de Los Republicanos. Tampoco los seguidores de Sarkozy se resignan y han pedido a Fillon que sea él mismo quien designe un sucesor.
El anunciado desastre de las encuestas aboca a la derecha a su eliminación en la primera vuelta de las elecciones el 23 de abril, un hecho inédito en Francia. A las dos izquierdas irreconciliables en Francia se suman ahora dos derechas igualmente irreconciliables. Como consecuencia, ni la derecha ni la izquierda tradicionales estarán en la segunda vuelta de las presidenciales el 7 de mayo, según los sondeos. Todo un cataclismo en el país.
El más beneficiado, una vez más, resulta ser el reformista exministro Emmanuel Macron, que se asienta como favorito al Elíseo. La llegada de Juppé le hubiera restado apoyos centristas. Ahora solo él puede presentarse ante los franceses como el único candidato capaz de derrotar a la extrema derecha del Frente Nacional.